LA
RUTA DE LOS CÁTAROS
Los cátaros se remontan a la Edad Media, pero es un tema
que sigue interesando mucho actualmente.
Fue un grupo religioso originario de las antiguas
creencias paganas orientales. Su principal doctrina se basaba en dos principios
fundamentales y contrapuestos, que eran el Bien y el Mal. El Bien lo
representaba la parte espiritual del hombre, que luchaba contra el Mal, que era
el diablo y estaba en todo lo material, que se consideraba impuro.
Durante la Edad Media se diversificaron en varios
movimientos, considerados heréticos desde el principio del cristianismo, y se
situaron en distintos países europeos, especialmente en el sur de Francia.
El pensamiento de los cátaros era totalmente contrario a los
intereses tanto políticos como religiosos que se daban en el momento, por lo
que fueron perseguidos hasta casi su total aniquilación. Fue la Inquisición
quien organizó las cruzadas contra ellos.
El término “cátaro” significa “puro” y viene del griego.
“Los puros” así se denominan los propios miembros de este grupo, basado en
antiguas creencias propias de los primeros cristianos, que adoptaron para sí y
que intentaron adecuar a la época en la que vivían con un estricto
cumplimiento.
Los cátaros seguían las enseñanzas de Jesucristo, justo
en un momento en el que se daba una gran crisis en la religión cristiana, tanto
en las altas esferas de Roma como en el pueblo. La intención de los cátaros era
restituir el pensamiento religioso.
Los cátaros apostaban por la espiritualidad, el pacifismo
y la tolerancia y querían transmitir esas creencias a los fieles, la mayoría de
ellos localizados en Europa, especialmente en Occitania. Pero todo eso chocaba
con la ortodoxia, los intereses espirituales y materiales que se daban en el
mundo cristiano.
Los cátaros creían
que la Iglesia de Roma estaba muy alejada de su primitiva esencia: la sencillez,
la pobreza y el humanismo. Se había
convertido en una religión prepotente e intransigente. Los fieles vivían atemorizados,
por cualquier falta sus almas podían ser condenadas.
El catarismo era una religión monoteísta, que creía
en el bien y el mal. Como hemos dicho antes, el bien se correspondía con la
parte espiritual de la persona, y el mal con la parte física. A lo largo de la
vida, el bien y el mal se mantenían en una lucha constante hasta que llegaba la
muerte. El cuerpo moría y el espíritu se liberaba. La muerte no se veía como
algo oscuro o terrorífico, sino como una liberación.
Esta doctrina, en ocasiones muy justificadas o al final
de una enfermedad donde ya no había solución, permitía el suicidio, dejando de
comer y beber. Esto se conocía con el nombre de Endura.
Para ser miembro de este grupo uno debía aprenderse de
memoria el Evangelio de San Juan, ayunar tres veces por semana, someterse a las
tres cuaresmas, Navidad, Pascua y Pentecostés. La iniciación duraba unos tres o
cuatro años.
Estaban prohibidas las mentiras y debían respetar a los demás. Para ellos la
Biblia, era un libro atroz por los relatos tan crueles que contaba y en los que
no se respetaba a los semejantes. También rechazaban el signo de la cruz (por
considerarlo una muerte deshonrosa) y no
admitían la Eucaristía ni la idea de un juicio final ni del infierno eterno. El
alma tenía que ser pura para salvarse. Los
sueños eran interpretados como manifestaciones del alma.
No tenían templos, a excepción del propio cuerpo humano
donde pensaban que habitaba el espíritu de Cristo, por eso se tenía que
purificar mediante ayunos y mortificaciones.
Creía en la transmigración de las almas, pasando de un cuerpo a otro.
Vestían de negro y se cubría la cabeza. También debían
dejarse la barba. Posteriormente quitaron estas normas para no ser reconocidos.
Llevaban una bolsa con el Evangelio de San Juan. Siempre iban en parejas y
tenían prohibido comer grasa.
Su forma de vida era sencilla y pobre, estaba inspirada
en la de los primeros cristianos, y ayudaban a todo el que lo necesitase. Los
cátaros también eran conocidos como “Los hombres buenos”.
En cuanto a sus bienes materiales, solo tenían lo que
necesitaban para su sustento, la oración y el trabajo. Sus casas eran muy
sencillas, no tenían mansiones. El sustento se lo ganaban con su trabajo
manual. Tenían libertad para elegir el trabajo que querían desarrollar, pero
tenían la obligación de desarrollarlo con total perfección.
Todo esto era para los “Perfectos” o jefes de su iglesia,
los demás fieles podían tomarse las normas de una forma más ligera.
Existían obispados en las ciudades del Languedoc,
Lombers, Lavaur, Carcasona, Albí, Tolosa y Narbona.
Aunque los cátaros fueron bien acogidos por la nobleza y
el pueblo, el poder político-religioso los tildó de herejes y los vio como un
enemigo que podía conducirlo a la pérdida de su poder y dominio sobre el
pueblo. Por lo que organizaron cruzadas contra ellos y los persiguieron hasta
casi acabar con ellos.
Rutas
Carcasona
Emprendemos la ruta de los castillos cátaros poniendo
rumbo a Francia. Nuestra primera parada es Carcasona, que se encuentra a unos 300 km de
Barcelona.
Para llegar hasta aquí
podemos ir en coche por la autopista A61o en tren hasta Narbona y allí coger otro
tren hasta Carcasona. También podemos viajar en avión.
Carcasona se sitúa en entre
Toulouse-Montpellier-Barcelona, en el cruce de dos ejes: el del Atlántico al
Mediterráneo, y desde los Cévennes a la cadena pirenaica, fuente del Aude.
Presenta dos zonas: la ciudadela medieval, restaurada por
completo en el siglo XIX, y la Bastide de Saint-Louis de gran interés
turístico.
En la ciudadela hay muchos monumentos y edificios históricos,
un patrimonio que ha ido aumentado a lo largo de los siglos gracias a que la
ciudad ha albergado numerosas
culturas distintas.
Se puede recorrer a pie y también en vehículos
eléctricos que se pueden alquilar en las oficinas de turismo.
Uno de los lugares más significativos de la ciudadela son
sus 2 murallas, declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1997
por la Unesco. Su longitud es de 3 km y se reparten por ellas 52 torres con
tejados en forma de pico. Entre las principales están la del
Tesoro, con ventanas de estilo gótico, la de la Justicia, la del Obispo y la de
Saint Nazaire, con la puerta de su mismo nombre. Otras puertas de la ciudadela son
la de Narbona, Aude y Burgo. También se puede ver: la Palestra, que se
encuentra entre los dos recintos amurallados;
el castillo de
los vizcondes de Trencavel, construido en el S. XII; el Museo del Castillo; y la Basílica de San Nazario (Saint-Nazaire)
del S. XI.
La Basílica
de Saint Nazaire está considerada la joya de la ciudadela. Se
trata de un edificio gótico que cuenta con
unas magníficas vidrieras de los siglos XIII y XIV. En estas se
representa la vida de Jesucristo y sus discípulos.
Sin duda alguna uno no se puede la Bastide Saint-Louis
(Bastida de San Luis). Se comunica con la ciudadela por el el Pont Neuf y el
Pont Vieux (o Puente Viejo).
El Pont Vieux o Puente viejo data de principios del S. XIV, pero que ha
sufrido algunas modificaciones. Es de
piedra y presenta 12 arcos de medio punto.
La Bastida de Saint Louis es de plano regular, se trata
de una cuadrícula organizada entorno a la
plaza Carnot, donde se encuentra
la fuente de Neptuno. Todos los martes, jueves y sábados por la mañana
se organiza un mercado aquí (mercado de cereales, de estructura del siglo
XVIII).
En esta zona hay numerosos restaurantes en los que
degustar la gastronomía del sur francés y luego uno puede tomar una copa en un
club o bar o ir a la discoteca.
A unos cuantos kilómetros de La Bastide Saint-Louis está el Canal de Midi, declarado también Patrimonio
de la Humanidad por la Unesco, en 1996. Se sitúa en el sur de Francia. Hay diferentes
opciones para descubrirlo: a pie caminando por las orillas, yendo en bici o navegando
en barco.
Minerva
A 48 km de Carcasona se encuentra Minerva, en el sur de Francia, cerca del Parque Natural
Regional del Alto Languedoc. El pueblo se sitúa en un alto rocoso creado por dos
ríos. Está
clasificado con el sello de calidad de Los
pueblos más bellos de Francia. Aquí se puede visitar el museo Hurepel dedicado al catarismo.
Lastours
Otra zona que uno no se debe perder es Lastours. Se trata de un conjunto de cuatro castillos cátaros en la sierra de la Montaña Negra: Cabaret, Torre Regina, Flor de Espina (Surdespine) y Quertinheux. Su estado de conservación no es demasiado bueno, pero vale la pena visitarlos por los hechos históricos que allí sucedieron. Son de entrada libre.
En la misma región cerca del río Orbeil está el que fue el castillo de Miravall. Únicamente como parte original queda la iglesia de la Madre de Dios de Louse, que ocupa lo que antes era la capilla del castillo. Sus ventanas son románicas y la puerta gótica.
En este castillo nació el trovador Ramón de Miravall y
aquí se juntaban mucho de los trovadores que contaban las hazañas bélicas de los caballeros.
Ramón de Miravall era un gran simpatizante de los
cátaros, cosa que no gustaba a los franceses del norte.
Desde hace unos años el castillo de Miravall se ha hecho muy famoso porque Angelina Jolie y Brat Pitt, junto con sus seis hijos, residen temporadas en él. Lo reformaron por completo y acondicionaron las más de 35 habitaciones que tiene. También cuenta con 400 hectáreas de bosques y viñedos, una pista de aterrizaje y helipuerto.
Volviendo a nuestro recorrido, si te apetece perderte por calles medievales, acércate al pueblo de Miravall.
Desde hace unos años el castillo de Miravall se ha hecho muy famoso porque Angelina Jolie y Brat Pitt, junto con sus seis hijos, residen temporadas en él. Lo reformaron por completo y acondicionaron las más de 35 habitaciones que tiene. También cuenta con 400 hectáreas de bosques y viñedos, una pista de aterrizaje y helipuerto.
Volviendo a nuestro recorrido, si te apetece perderte por calles medievales, acércate al pueblo de Miravall.
Termes
A 73 km al sudeste de Carcasona se encuentra el
municipio de Termes, en la sierra de Les
Corbières, donde puedes conocer otro de los castillos cátaros. El
castillo de Termes forma parte del Aude. Se ubica sobre un montículo. Solo se
puede subir por la zona meridional, ya que el resto de zonas son barrancosas.
Hoy en día únicamente quedan ruinas del castillo. Se puede ver una planta
rectangular con dos murallas concéntricas y cercadas por torres del S. XII.
También se puede apreciar restos de una rampa de
acceso y la puerta.
Peyrepertusa
Y desde aquí puedes ir al
castillo de Peyrepertusa (“piedra tallada”), que se asienta sobre una montaña
de más de 790 m de altitud. Está situado sobre el pueblo de Duilhac. Durante
los siglos XII y XIII fue uno de los castillos cátaros y perteneció al grupo
“Cinco hijos de Carcasona”. Está considerado
la mejor muestra de arquitectura militar medieval del Languedoc por la calidad
de sus construcciones y la amplitud de sus muros. En la actualidad conserva 2,5
km de murallas, y tiene una longitud de 300 m por 50 de ancho.
Cuando estés dentro, verás que
más que un castillo es una villa medieval.
Se diferencian tres zonas:
· El
castillo bajo o primitivo. En el primer recinto están las construcciones más
antiguas. Se accede a esta zona por una pequeña puerta defendida por una barbacana.
La planta es triangular y está rodeada por una muralla de 102 m de longitud y
torres semicirculares. Aquí se encuentran la torre del homenaje y la capilla de
Santa María Bastida (1115).
· El
patio medio llega hasta el límite del precipicio. Apenas quedan restos de una
estructura pentagonal y la muralla con su paso de ronda.
· El
castillo nuevo o de San Jorge se encuentra al norte, sobre un pequeño risco en
la parte superior de la montaña. Se
trata de una fortaleza dentro de otra. Para acceder a ella se debe subir por la
escalera de San Luis, formada por unos 60 escalones tallados en la roca.
Resulta impresionante porque está construida al borde de un precipicio. En este castillo está la capilla de Sant
Jordi formada por una única nave y presenta un ábside semicircular.
Y una vez visitado el castillo de Peyrepertusa puedes
acercarte al de Queribús, que se encuentra a tan solo 8 km.
Otro castillo emblemático es el de Montsegur, construido a 1.207 m de
altitud. En él tuvo lugar el final del asedio al catarismo en 1244.
Albi
La ciudad de Albi se sitúa a 167 km de Carcasona. Destaca de entre los lugares a visitar la catedral de Santa Cecilia, de estilo gótico, y el palacio de la Berbie, donde se encuentra el museo dedicado a Toulouse-Lautrec (1864-1901).
La ciudad de Albi se sitúa a 167 km de Carcasona. Destaca de entre los lugares a visitar la catedral de Santa Cecilia, de estilo gótico, y el palacio de la Berbie, donde se encuentra el museo dedicado a Toulouse-Lautrec (1864-1901).
La oficina de turismo organiza visitas guiadas por el
casco antiguo. Se puede adquirir un abono turístico con el que participar en estos paseos, además de
conseguir descuentos en la entrada de los museos y monumentos.
Cerca de Albi, a tan solo 24 km, se encuentra el
pueblo medieval de Cordes-sur-Ciel, al noroeste de Toulouse. En él hay muchas
casas góticas que te trasladarán a la Edad Media. También podrás visitar el
museo Charles Portal, donde se exponen manuscritos del siglo
XIII.
Lecturas
La persecución que sufrieron los cátaros llevó consigo la
destrucción de la mayoría de sus escritos, por lo que investigar sobre ellos no
ha resultado sencillo. Aun así se han descubierto algunos libros cátaros entre
los que destaca “El libro de los dos principios”. Lo encontró el dominico Dondaine en Florencia. Este libro se
publicó en 1939 por primera vez. Otro libro importante descubierto también por
este investigador es “Anónimo”. Para ver los manuscritos debes de ir a la
Biblioteca Nacional de París.
Libros:
- El legado secreto
de los cátaros. VVAA. Editorial Siruela.
- El testamento del
último cátaro. Antoni Dalmau. Temas de hoy.
- El retorno cátaro.
Jorge Molist. Temas de hoy.
- La inquisición y
el genocidio del pueblo cátaro. Hoffman Nickerson. Círculo latino.
Guías:
- La ruta de los cátaros. Topoguía del camí dels bons homes de Berga o Solsona a Montsegur. VVAA. Editorial Altaïr.
- Una
escapada al país dels Catars. Antoni Dalmau. Columna
Edicions.
El catarismo representó a su tiempo desde sus orígenes un primer modelo de judaísmo precristiano. Nada bueno produjo el comportamiento puritano de los cátaros. Solo era conocimiento experimental de una doctrina de culto con liturgia. Lo que a partir de su extinsión por manos de la iglesia judía de Roma, se convierte en judaísmo romano, se expande más tarde sobre Jerusalén y todo el reino de Israel, para ser reconocido por Constantino I "el grande", como "religión universal". El fanatismo extremo ya no se llama catarismo ni judaísmo, sino "catolicismo" imponiéndose como un dogma por la inquisición hasta mucho después de la conquista del nuevo mundo. En pleno siglo XXI aparecen germenes de gnosticismo experimental autodeclarándose veganos, pero nada tiene de verdad su actividad consciente onírica. Los cataros de hoy, son simplemente los "buenos y malos" de la Era de Acuario, presas sin duda del fanatismo experimental puritano. - Saludos.
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