miércoles, 4 de enero de 2012

Catarós, Francia


LA RUTA DE LOS CÁTAROS

Los cátaros se remontan a la Edad Media, pero es un tema que sigue interesando mucho actualmente.


Fue un grupo religioso originario de las antiguas creencias paganas orientales. Su principal doctrina se basaba en dos principios fundamentales y contrapuestos, que eran el Bien y el Mal. El Bien lo representaba la parte espiritual del hombre, que luchaba contra el Mal, que era el diablo y estaba en todo lo material, que se consideraba impuro. 


Durante la Edad Media se diversificaron en varios movimientos, considerados heréticos desde el principio del cristianismo, y se situaron en distintos países europeos, especialmente en el sur de Francia.

El pensamiento de los cátaros era totalmente contrario a los intereses tanto políticos como religiosos que se daban en el momento, por lo que fueron perseguidos hasta casi su total aniquilación. Fue la Inquisición quien organizó las cruzadas contra ellos.

El término “cátaro” significa “puro” y viene del griego. “Los puros” así se denominan los propios miembros de este grupo, basado en antiguas creencias propias de los primeros cristianos, que adoptaron para sí y que intentaron adecuar a la época en la que vivían con un estricto cumplimiento.

Los cátaros seguían las enseñanzas de Jesucristo, justo en un momento en el que se daba una gran crisis en la religión cristiana, tanto en las altas esferas de Roma como en el pueblo. La intención de los cátaros era restituir el pensamiento religioso.

Los cátaros apostaban por la espiritualidad, el pacifismo y la tolerancia y querían transmitir esas creencias a los fieles, la mayoría de ellos localizados en Europa, especialmente en Occitania. Pero todo eso chocaba con la ortodoxia, los intereses espirituales y materiales que se daban en el mundo cristiano. 

Los cátaros creían que la Iglesia de Roma estaba muy alejada de su primitiva esencia: la sencillez, la pobreza y el humanismo.  Se había convertido en una religión prepotente e intransigente. Los fieles vivían atemorizados, por cualquier falta sus almas podían ser condenadas.


El catarismo era una religión monoteísta, que creía en el bien y el mal. Como hemos dicho antes, el bien se correspondía con la parte espiritual de la persona, y el mal con la parte física. A lo largo de la vida, el bien y el mal se mantenían en una lucha constante hasta que llegaba la muerte. El cuerpo moría y el espíritu se liberaba. La muerte no se veía como algo oscuro o terrorífico, sino como una liberación.


Esta doctrina, en ocasiones muy justificadas o al final de una enfermedad donde ya no había solución, permitía el suicidio, dejando de comer y beber. Esto se conocía con el nombre de Endura.

Para ser miembro de este grupo uno debía aprenderse de memoria el Evangelio de San Juan, ayunar tres veces por semana, someterse a las tres cuaresmas, Navidad, Pascua y Pentecostés. La iniciación duraba unos tres o cuatro años.


Estaban prohibidas las mentiras y debían respetar a los demás. Para ellos la Biblia, era un libro atroz por los relatos tan crueles que contaba y en los que no se respetaba a los semejantes. También rechazaban el signo de la cruz (por considerarlo una muerte deshonrosa)  y no admitían la Eucaristía ni la idea de un juicio final ni del infierno eterno. El alma tenía que ser pura  para salvarse. Los sueños eran interpretados como manifestaciones del alma.


No tenían templos, a excepción del propio cuerpo humano donde pensaban que habitaba el espíritu de Cristo, por eso se tenía que purificar mediante ayunos y mortificaciones.  Creía en la transmigración de las almas, pasando de un cuerpo a otro.

Vestían de negro y se cubría la cabeza. También debían dejarse la barba. Posteriormente quitaron estas normas para no ser reconocidos. Llevaban una bolsa con el Evangelio de San Juan. Siempre iban en parejas y tenían prohibido comer grasa.

Su forma de vida era sencilla y pobre, estaba inspirada en la de los primeros cristianos, y ayudaban a todo el que lo necesitase. Los cátaros también eran conocidos como “Los hombres buenos”.

En cuanto a sus bienes materiales, solo tenían lo que necesitaban para su sustento, la oración y el trabajo. Sus casas eran muy sencillas, no tenían mansiones. El sustento se lo ganaban con su trabajo manual. Tenían libertad para elegir el trabajo que querían desarrollar, pero tenían la obligación de desarrollarlo con total perfección.

Todo esto era para los “Perfectos” o jefes de su iglesia, los demás fieles podían tomarse las normas de una forma más ligera.

Existían obispados en las ciudades del Languedoc, Lombers, Lavaur, Carcasona, Albí, Tolosa y Narbona.

Aunque los cátaros fueron bien acogidos por la nobleza y el pueblo, el poder político-religioso los tildó de herejes y los vio como un enemigo que podía conducirlo a la pérdida de su poder y dominio sobre el pueblo. Por lo que organizaron cruzadas contra ellos y los persiguieron hasta casi acabar con ellos. 

Rutas

Carcasona

Emprendemos la ruta de los castillos cátaros poniendo rumbo a Francia. Nuestra primera parada es Carcasona, que se encuentra a unos 300 km de Barcelona.

Para llegar hasta aquí podemos ir en coche por la autopista A61o en tren hasta Narbona y allí coger otro tren hasta Carcasona. También podemos viajar en avión.



Carcasona se sitúa en entre Toulouse-Montpellier-Barcelona, en el cruce de dos ejes: el del Atlántico al Mediterráneo, y desde los Cévennes a la cadena pirenaica, fuente del Aude.

Presenta dos zonas: la ciudadela medieval, restaurada por completo en el siglo XIX, y la Bastide de Saint-Louis de gran interés turístico.

En la ciudadela hay muchos monumentos y edificios históricos, un patrimonio que ha ido aumentado a lo largo de los siglos gracias a que la ciudad ha albergado numerosas culturas distintas.

Se puede recorrer a pie y también en vehículos eléctricos que se pueden alquilar en las oficinas de turismo.

Uno de los lugares más significativos de la ciudadela son sus 2 murallas,  declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1997 por la Unesco. Su longitud es de 3 km y se reparten por ellas 52 torres con tejados en forma de pico. Entre las principales están la del Tesoro, con ventanas de estilo gótico, la de la Justicia, la del Obispo y la de Saint Nazaire, con la puerta de su mismo nombre. Otras puertas de la ciudadela son la de Narbona, Aude y Burgo. También se puede ver: la Palestra, que se encuentra entre los dos recintos amurallados;  el castillo de los vizcondes de Trencavel, construido en el S. XII;  el Museo del Castillo; y  la Basílica de San Nazario (Saint-Nazaire) del S. XI.

La Basílica de Saint Nazaire está considerada la joya de la ciudadela. Se trata de un edificio gótico que cuenta con  unas magníficas vidrieras de los siglos XIII y XIV. En estas se representa la vida de Jesucristo y sus discípulos.

Sin duda alguna uno no se puede la Bastide Saint-Louis (Bastida de San Luis). Se comunica con la ciudadela por el el Pont Neuf y el Pont Vieux (o Puente Viejo).

El Pont Vieux o Puente viejo data de principios del S. XIV, pero que ha sufrido algunas modificaciones. Es de  piedra y presenta 12 arcos de medio punto.

La Bastida de Saint Louis es de plano regular, se trata de una cuadrícula organizada entorno a la  plaza Carnot, donde se encuentra  la fuente de Neptuno. Todos los martes, jueves y sábados por la mañana se organiza un mercado aquí (mercado de cereales, de estructura del siglo XVIII).

En esta zona hay numerosos restaurantes en los que degustar la gastronomía del sur francés y luego uno puede tomar una copa en un club o bar o ir a la discoteca.

A unos cuantos kilómetros de La Bastide Saint-Louis está  el Canal de Midi, declarado también Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, en 1996. Se sitúa en el sur de Francia. Hay diferentes opciones para descubrirlo: a pie caminando por las orillas, yendo en bici o navegando en barco.


Minerva

A 48 km de Carcasona se encuentra Minerva, en el sur de Francia, cerca del Parque Natural Regional del Alto Languedoc. El pueblo se sitúa en un alto rocoso creado por dos ríos. Está clasificado con el sello de calidad de Los pueblos más bellos de Francia. Aquí se puede visitar el museo Hurepel dedicado al catarismo. 




Lastours

Otra zona que uno no se debe perder es Lastours. Se trata de un conjunto de cuatro castillos cátaros en la sierra de la Montaña Negra: Cabaret, Torre Regina, Flor de Espina (Surdespine) y Quertinheux. Su estado de conservación no es demasiado bueno, pero vale la pena visitarlos por los hechos históricos que allí sucedieron. Son de entrada libre.

En la misma región cerca del río Orbeil está el que fue el castillo de Miravall. Únicamente como parte original queda la iglesia de la Madre de Dios de Louse, que ocupa lo que antes era la capilla del castillo. Sus ventanas son románicas y la puerta gótica.

En este castillo nació el trovador Ramón de Miravall y aquí se juntaban mucho de los trovadores que contaban las hazañas bélicas  de los caballeros.
Ramón de Miravall era un gran simpatizante de los cátaros, cosa que no gustaba a los franceses del norte.

Desde hace unos años el castillo de Miravall se ha hecho muy famoso porque Angelina Jolie y Brat Pitt,  junto con sus seis hijos, residen temporadas en él. Lo reformaron por completo y acondicionaron las más de 35 habitaciones que tiene. También cuenta con 400 hectáreas de bosques y viñedos, una pista de aterrizaje y helipuerto.

Volviendo a nuestro recorrido, si te apetece perderte por calles medievales, acércate al pueblo de Miravall.

Termes

A 73 km al sudeste de Carcasona se encuentra el municipio de Termes, en la sierra de Les Corbières, donde puedes conocer otro de los castillos cátaros. El castillo de Termes forma parte del Aude. Se ubica sobre un montículo. Solo se puede subir por la zona meridional, ya que el resto de zonas son barrancosas. Hoy en día únicamente quedan ruinas del castillo. Se puede ver una planta rectangular con dos murallas concéntricas y cercadas por torres del S. XII.
También se puede apreciar restos de una rampa de acceso y la puerta.  


Peyrepertusa

Y desde aquí puedes ir al castillo de Peyrepertusa (“piedra tallada”), que se asienta sobre una montaña de más de 790 m de altitud. Está situado sobre el pueblo de Duilhac. Durante los siglos XII y XIII fue uno de los castillos cátaros y perteneció al grupo “Cinco hijos de Carcasona”. Está considerado la mejor muestra de arquitectura militar medieval del Languedoc por la calidad de sus construcciones y la amplitud de sus muros. En la actualidad conserva 2,5 km de murallas, y tiene una longitud de 300 m por 50 de ancho.

Cuando estés dentro, verás que más que un castillo es una villa medieval.



Se diferencian tres zonas:

·       El castillo bajo o primitivo. En el primer recinto están las construcciones más antiguas. Se accede a esta zona por una pequeña puerta defendida por una barbacana. La planta es triangular y está rodeada por una muralla de 102 m de longitud y torres semicirculares. Aquí se encuentran la torre del homenaje y la capilla de Santa María Bastida (1115).

·       El patio medio llega hasta el límite del precipicio. Apenas quedan restos de una estructura pentagonal y la muralla con su paso de ronda.

·       El castillo nuevo o de San Jorge se encuentra al norte, sobre un pequeño risco en la parte superior de la montaña.  Se trata de una fortaleza dentro de otra. Para acceder a ella se debe subir por la escalera de San Luis, formada por unos 60 escalones tallados en la roca. Resulta impresionante porque está construida al borde de un precipicio.  En este castillo está la capilla de Sant Jordi formada por una única nave y presenta un ábside semicircular.

Y una vez visitado el castillo de Peyrepertusa puedes acercarte al de Queribús, que se encuentra a tan solo 8 km.
Otro castillo emblemático es el de Montsegur, construido a 1.207 m de altitud. En él tuvo lugar el final del asedio al catarismo en 1244.




Albi
La ciudad de Albi se sitúa a 167 km de Carcasona. Destaca de entre los lugares a visitar la catedral de Santa Cecilia, de estilo gótico, y el palacio de la Berbie, donde se encuentra el museo dedicado a Toulouse-Lautrec (1864-1901).

La oficina de turismo organiza visitas guiadas por el casco antiguo. Se puede adquirir un abono turístico con el que  participar en estos paseos, además de conseguir descuentos en la entrada de los museos y monumentos.

Cerca de Albi, a tan solo 24 km, se encuentra el pueblo medieval de Cordes-sur-Ciel, al noroeste de Toulouse. En él hay muchas casas góticas que te trasladarán a la Edad Media. También podrás visitar el museo Charles Portal, donde se exponen manuscritos del siglo XIII.

Lecturas

La persecución que sufrieron los cátaros llevó consigo la destrucción de la mayoría de sus escritos, por lo que investigar sobre ellos no ha resultado sencillo. Aun así se han descubierto algunos libros cátaros entre los que destaca “El libro de los dos principios”. Lo encontró el  dominico Dondaine en Florencia. Este libro se publicó en 1939 por primera vez. Otro libro importante descubierto también por este investigador es “Anónimo”. Para ver los manuscritos debes de ir a la Biblioteca Nacional de París.

Libros:

- El legado secreto de los cátaros. VVAA. Editorial Siruela.
- El testamento del último cátaro. Antoni Dalmau. Temas de hoy.
- El retorno cátaro. Jorge Molist. Temas de hoy.
- La inquisición y el genocidio del pueblo cátaro. Hoffman Nickerson. Círculo latino.

Guías:

-
La ruta de los cátaros. Topoguía del camí dels bons homes de Berga o Solsona a Montsegur. VVAA. Editorial Altaïr.
- Una escapada al país dels Catars. Antoni Dalmau. Columna Edicions. 




1 comentario:

  1. El catarismo representó a su tiempo desde sus orígenes un primer modelo de judaísmo precristiano. Nada bueno produjo el comportamiento puritano de los cátaros. Solo era conocimiento experimental de una doctrina de culto con liturgia. Lo que a partir de su extinsión por manos de la iglesia judía de Roma, se convierte en judaísmo romano, se expande más tarde sobre Jerusalén y todo el reino de Israel, para ser reconocido por Constantino I "el grande", como "religión universal". El fanatismo extremo ya no se llama catarismo ni judaísmo, sino "catolicismo" imponiéndose como un dogma por la inquisición hasta mucho después de la conquista del nuevo mundo. En pleno siglo XXI aparecen germenes de gnosticismo experimental autodeclarándose veganos, pero nada tiene de verdad su actividad consciente onírica. Los cataros de hoy, son simplemente los "buenos y malos" de la Era de Acuario, presas sin duda del fanatismo experimental puritano. - Saludos.

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